Soy independentista porque quiero para mi nación, para mi patria, que son una sola y misma cosa, ese derecho, esa responsabilidad, esa madurez civíl, ese honor, esa plenitud ontológica que sólo se dan en la libertad, en el disfrute y ejercicio total de la soberanía. He sido independentista desde el mismo momento en que por primera vez cobré conciencia de ser y existir, en que me sentí parte de mi pueblo puertorriqueño, solidaria con su historia, su cultura propia y comprometida con su destino. Soy fundadora del Partido Independentista. Estoy convencida de que los independentistas somos los que decimos la verdad al pueblo, los que defendemos la justicia y el derecho, los que tenemos la razón y esto no es sólo pasión -aunque la hay y no tengo porqué negarlo siendo una persona y no un robot- sino reflexión intelectual, conocimiento, lectura y experiencia de haber vivido mis ya largos años de vida atenta al curso y vicisitudes de la historia de mi pueblo que tanto me atañe y me importa.
Pero hay más: Puerto Rico no sólo es una colonia; es también un país subdesarrollado y hoy, más que nunca, depende de los Estados Unidos, el más poderoso de los imperios capitalistas modernos y, también, el más implacable.
Compartimos la misma suerte de los países del tercer mundo y de nuestros hermanos, los pueblos del Caribe y de Hispanoamérica. Nuestro problema más urgente y grave es liberarnos políticamente y de la dependencia económica y cultural. Sólo de ese modo será posible el progreso auténtico de nuestro pueblo; no ese falso progreso que beneficia a nuestros explotadores y remacha cada minuto las cadenas de esa dependencia. Por eso también pertenezco al Partido Independentista Puertorriqueño, porque su programa socialista democrático garantiza el único instrumento real, eficaz y verdadero para nuestra liberación de la colonia, del subdesarrollo y de la dependencia y la salvaguarda de nuestra identidad nacional y de nuestra propia cultura. FUENTE: independencia.net
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